jueves, 15 de septiembre de 2011

Junglas de Asfalto y Acero

Pues un día más.




No entiendo cómo se puede aguantar este estilo de vida. Me carga, me masacra, me estresa, me deprime, me provoca ansiedad.

Levántate por la mañana, cógete el coche, o el metro, y júntate con otro millón de personas más o menos por tu misma zona, que va de tránsito al trabajo. Por arriba o por abajo, dá lo mismo. Curra, curra y curra. Sal de currar. Intenta volver a casa relajado, no puedes, porque de nuevo la misma cantinela. Llega a casa, y siéntete encerrado en 30 metros cuadrados, pensando en la gran inmensidad de actividad existente a tu alrededor.

No hay paz, no hay calma. Quieres huir, pero se te hace tan difícil pensar en la forma correcta de hacerlo....

¿Qué haces? ¿Dejas el trabajo? ¿Dejas tu carrera profesional como informático/empresario/administrativo/oficinista y te vas a un pueblo de 4 casas? ¿A hacer qué, a prestar servicios por la zona? ¿O quizás cambiar radicalmente de profesión y hacerte agricultor?

No sé para qué estoy hecho, pero me siento vacío. Mi trabajo ha dejado de llenarme, la tecnología ha dejado de llenarme. Solo pienso, constantemente, en volver a casa y dormir para pasar los días rápidamente.

Menos mal que entre toda esta maraña de dudas existenciales te encuentras tú, porque si no ya me había tirado de un décimo, a ver si con un poco de suerte hago un bujero en el suelo hasta nueva zelanda y allí ocupo una auto caravana en la falta de la primera montaña que vea.

El acero silva a tu alrededor. El asfalto quema la suela de tus zapatos.

Me come la desidia. Necesito salir.

No hay comentarios: